Enrique Flores Magón vs. Enrique Flores Magón. Una modificación discursiva con impacto historiográfico

Enrique Flores Magón vs. Enrique Flores Magón. A Discursive Modification with Historiographic Impact

Marco Antonio Samaniego López
Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad Autónoma de Baja California

Licencia Creative Commons
Enrique Flores Magón vs. Enrique Flores Magón. Una modificación discursiva con impacto historiográfico por Marco Antonio Samaniego López se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial 4.0 Internacional.

Fecha de recepción: 2 de febrero de 2018

Fecha de aprobación: 11 de diciembre de 2018

RESUMEN: El artículo demuestra como en los años de 1911-1918, Enrique Flores Magón publicó que no podía existir ninguna negociación con el gobierno, dado que la única solución era la desaparición de toda forma de autoridad. Sin embargo, en las décadas de 1930 y sobre todo con los gobiernos de Cárdenas y Ávila Camacho, esto sí fue posible. El efecto de ello, un impacto en la historiografía de la actuación de los anarquistas del PLM. Se formó la idea de hombres que luchaban por lograr reformas que como anarquistas negaron en múltiples ocasiones.

Palabras clave: Anarquismo, revolución mundial, Enrique Flores Magón, sin gobierno, cambio discursivo.

ABSTRACT: This article elucidates how, in the years 1911-1918, Enrique Flores Magón published his pronouncement that there could be no negotiations with the government because the only solution to the country’s problems was the disappearance of all forms of authority. However, in the decade of 1930 and beyond, especially during the governments of Lázaro Cárdenas and Manuel Ávila Camacho, this posture was no longer tenable. The impact of this on historiography occurred through the actions of the anarchists in the PLM, and the emergence of the idea of men who found themselves fighting to achieve reforms that, as anarchists, they had rejected on multiple occasions.

Keywords: Anarchism, worldwide revolution, Enrique Flores Magón, no government, discursive change.

“porque la anarquía y la política, no
pueden marchar del brazo; querer unir ambas tendencias
es pretender un maridaje imposible. Una a la otra se
rechazan. La anarquía detesta al gobierno; la política lo
apoya. Son dos tendencias contrarias que no pueden
reconciliarse. Así, pues, obreros mexicanos, a quien os
hable de anarquía, a quien os predique contra el Capital,
el Clero y el Gobierno, pero que a la vez os recomiende
elevar y sostener en el poder a tal o cual gobernante,
escupidle al rostro por farsante y el día de las represalias
tenedlo presente en vuestra memoria, para ajusticiarlo
por embaucador”.

Enrique Flores Magón, 11 de diciembre de 1915.

“Toda mi simpatía estaba con Ávila Camacho. Le
consideraba una persona de confianza, constante, que
respetaría la vida y la dignidad del hombre corriente.
Desde luego que le daría mi apoyo, y me preparé a
hacerlo con un sequito de 600,000 hombres en todo
México.

Ávila Camacho fue elegido, y resultó ser el tipo de
presidente que yo había esperado. Consciente, honrado,
con una sólida influencia en el País”.

Enrique Flores Magón, Peleamos contra la injusticia, 1960, 511-513.

Introducción

El presente artículo se concentra en el impacto que produjo el cambio discursivo en la narrativa de Enrique Flores Magón. Como asesor de movimientos sociales, y su relación con los presidentes Lázaro Cárdenas (1934-1940) y Manuel Ávila Camacho (1940-1946), transformó en el discurso los objetivos, la lucha, las relaciones y las propuestas de los anarquistas del Partido Liberal Mexicano (PLM). Esta inversión discursiva fue fundamental en el proceso de colocación de los anarquistas del PLM al servicio del Estado.

Enrique Flores Magón fue parte del cambio de interpretación de la actuación de un grupo de hombres que se opusieron al capitalismo, la autoridad, la ley y a cualquier forma de creencia religiosa. La legitimidad que obtuvo el PLM se había construido en función de su lucha contra el gobierno de Porfirio Díaz. Los escritos de 1910-1918 reflejan el sentido y los deseos de los anarquistas: acabar con aquello que llamaron “los tres monstruos de la humanidad: capital, gobierno y clero”. Esos escritos, plasmados, sobre todo, en Regeneración, contradicen la enorme lista de textos que se han publicado sobre los “precursores de la revolución mexicana” (Cumberland 1942, Martínez 1958, 1960, Blaisdell 1962, Cockroft 1971, Hernández 1984, Maclachlan 1991, Albro 1992, Taylor 1992). Los anarquistas, que residieron en Los Ángeles, California, no buscaban una revolución localista en México, sino una de orden mundial que lograra establecer el comunismo-anárquico a nivel internacional.

Para demostrar ese cambio discursivo por parte de Enrique Flores Magón nos basamos, sobre todo, en la contrastación entre los textos publicados en Regeneración entre 1910 y 1918, donde queda clara su adscripción al comunismo anárquico, y los textos de décadas posteriores. Como resultado de dicho contraste concluimos que el cambio discursivo en su narrativa se modificó de manera sustancial al punto de lograr que las acciones del PLM les reconocieran como “precursores de la revolución mexicana”.

Esta modificación ha tenido gran impacto en la historiografía sobre la revolución en México, principalmente, porque el anarquismo, ideología que explica gran parte de la actuación del PLM durante la primera y segunda década del siglo XX, quedó fuera de análisis sobre el proceso revolucionario (Silva Herzog 1960). Cuando es citada la referencia al anarquismo, los autores que la incluyen, terminan por considerar a Ricardo un inadaptado, un terco, un utopista (Barrera 1973, Trejo 2005, Lomnitz 2016) o mencionan que el anarquismo que ellos deseaban no tenía contemplado acabar con la propiedad privada (Taylor 1992).

También es importante señalar que parte de esta modificación en el discurso se debió a que, durante la posrevolución, personajes públicos que habían participado en las acciones revolucionarias del PLM no deseaban ser identificados con el anarquismo o con el filibusterismo en el sentido anexionista.1 Así, José María Leyva o Jesús González Monroy (1962) insistieron en que era indispensable aclarar los acontecimientos: ellos habían luchado en Baja California por el Programa del Partido Liberal Mexicano (PPLM) de julio de 1906. De igual forma, se publicaron trabajos que llevaban la intención de esclarecer que Ricardo Flores Magón no había sido parte de un movimiento filibustero en el sentido anexionista (Gill 1956, Blaisdell 1963, Blanquel 1964).

Para reforzar nuestra hipótesis de trabajo, en el presente escrito destacamos el discurso de Antonio Díaz Soto y Gama, quien a pesar de las diferencias de fondo en su alocución pronunciada en noviembre de 1922, fue pieza clave en la construcción de la relación entre el PPLM de julio de 1906, la Constitución de 1917 y el reparto agrario. La paradoja es que los anarquistas del PLM, estuvieron en contra del PPLM de julio de 1906, de la Constitución y del reparto de tierras.2 El motivo: la tierra no debía entregarse en propiedad a nadie, dado que era el origen de todos los males.

Es importante señalar que nuestro interés no es analizar el cambio discursivo de Enrique Flores Magón para hacer una crítica de sus acciones, sino el impacto historiográfico que tuvo su adaptación al discurso posrevolucionario. El cambio por parte de Enrique fue significativo para que se marginara la verdadera lucha de los anarquistas del PLM y, sobre todo, del más conocido de ellos, Ricardo Flores Magón que, de pretender la revolución mundial y buscar que los trabajadores del mundo se unieran a la gran transformación para destruir el capitalismo, pasó a ser reconocido como parte de un programa de corte capitalista, nacionalista y democrático, precisamente aquello que negó colectiva y personalmente.

De igual forma apuntamos que el análisis sobre las razones de Enrique para la modificación discursiva es motivo para una investigación más amplia.3 Aun así, no es suficiente indicar el cambio, dado que sus escritos sirvieron de base para que otros autores sustentaran la relación de los Flores Magón con la revolución mexicana. Por motivos de extensión aquí sólo haremos evidente el cambio discursivo, dado que no conocemos trabajos que profundicen al respecto.

De luchar por la revolución mundial, a defender la relación con el PPLM de julio de 1906

En el suplemento anarquista La protesta (Argentina), Enrique Flores Magón publicó en marzo de 1925 un conjunto de aclaraciones con respecto a la obra publicada por Diego Abad de Santillán, Ricardo Flores Magón: el apóstol de la revolución social mexicana.4 Abad de Santillán había cometido varios errores que Enrique consideraba fundamentales. Señaló que había pequeñas omisiones, pero si los mencionaba todos “sería hacer interminable esta carta”.5 Enrique indicó que el PPLM estableció una estrategia desde 1903: no declararse anarquistas. Apuntó que en el medio que vivían y debido a los atavismos y tradiciones del pueblo mexicano, comprendieron que no era adecuado hacer dicha declaración ya que los habría sumido en el aislamiento. Por ello, plantearon la organización de un partido y luego de un programa para, posteriormente, iniciado el movimiento armado “presentarnos abiertamente como anarquistas, buscando orientar al movimiento armado hacia una finalidad libertaria, o al menos lo más avanzada posible, de manera que si nuestros esfuerzos no daban todo el fruto apetecido, sirvieran siquiera de base para futuras reivindicaciones”. Posteriormente Enrique afirmó:

Acariciábamos en la mente nuestros altos ideales, que celosamente guardábamos en nuestros cerebros, esperando el momento oportuno para que, al esparcirlos dieran fruto seguro. Fue para nosotros altamente penoso tener que ocultar nuestra identidad anarquista y concretar nuestros escritos en arengas patrióticas que no sentíamos y a simular ser políticos cuando abominábamos de la política.6

Las afirmaciones de Enrique son consistentes con la estrategia que se llevó a cabo entre 1902-1903 y 1918, incluso todavía en 1925 el personaje mantiene dicha postura.

Sin embargo, en documentos posteriores así como en sus hagiografías, se presenta una modificación que, desde nuestro punto de vista, es central en la forma en que se concibe la historia de este grupo de anarquistas que debieron timar bajo el concepto de liberales. ¿Porque usamos el término timar? En junio de 1908, Ricardo Flores Magón, en un documento enviado a su hermano Enrique y a Práxedis G. Guerrero, señaló que los avances que estaban realizando se debían a que mantuvieron su anarquismo bajo la gracia del término “liberal”. Por ello planteaba la necesidad de mantener esa tónica: “seguiremos dando el timo del liberalismo en beneficio de nuestros bellos ideales”.7 Dicho de otra manera, el timo era denominarse liberales bajo el estigma de un partido con dicho nombre, pero esto era conocido sólo por unos cuantos miembros del partido.

Sin embargo, Enrique Flores Magón, a partir de la década de 1930 en adelante, modificó su postura sobre el anarquismo y prácticamente la desapareció de sus memorias y escritos.8 Una de sus labores fue dedicarse a obtener el reconocimiento como precursores de la revolución mexicana y a enaltecer la elaboración del Programa del Partido Liberal Mexicano de julio de 1906. En el final de la obra, Peleamos contra la injusticia, publicado en 1960 por Samuel Kaplan, se señala: “Que Ricardo y yo, y los otros que redactamos el programa, empezamos un terremoto que, adquiriendo más y más impulso, influenciará más profundamente la historia de México por muchos siglos” (Kaplan 1960, 517).

El programa de julio de 1906 contrasta con las pretensiones anarquistas de revolución mundial que abundan en Regeneración entre 1910 y 1918.9 Incluso, en enero de 1911, Ricardo indicó que no valía la pena luchar por ese programa, dado que los congresos eran formados sólo por burgueses que no cumplirían con las promesas que realizaban.10 Sin embargo, Enrique, dejando de lado el tema del anarquismo, entre otras cosas, dedicó sus esfuerzos a fomentar la idea de que la base de la Constitución de 1917 estaba en el PPLM de julio de 1906, del cual él y su hermano eran los autores.

Así, por ejemplo, en una alocución que se escuchó en la hora nacional en noviembre de 1942, que apareció como proemio de la obra del general Jenaro Amezcua, ¿Quién es Flores Magón y cuál es su obra? (1943), Enrique Flores Magón se inscribió como parte de la lucha revolucionaria realizada desde 1892. Apuntó que fueron los primeros en alzar la voz en contra de Díaz y, posteriormente, de iniciar el movimiento armado. Centró la atención en el PPLM de julio de 1906 y se ubicó como el único conocedor de los secretos, dado que los otros, Ricardo y Práxedis, habían muerto. Cabe señalar que no mencionó a Juan Sarabia y Antonio I. Villareal, principales autores del programa de julio de 1906 y quienes en años posteriores sí intentaron llevar a la práctica dicho proyecto,11 mientras que ellos, los anarquistas, lo declararon atrasado, tímido y abrogado.

En su alocución, Enrique aseguró que ellos habían alumbrado el camino de Madero, Villa, Zapata y Carranza, quienes pudieron lograr que el pueblo arribara al sol de la libertad. Sin embargo, el esfuerzo no había sido del todo exitoso y aún quedaba mucho por hacer. Posteriormente, en un claro mensaje progobiernista, con alto grado de nacionalismo, indicó:

Además, en los momentos actuales, ante el peligro de ser esclavizados por las hordas del Eje, tenemos el deber ineludible de agruparnos rápidamente y disciplinarnos conscientemente a nuestro gobierno, para apoyar la atinada política internacional que viene desarrollando el presidente de la República, Gral. Manuel Ávila Camacho. Podemos ayudar a obtener la victoria, empuñando nuestras armas de viejos guerrilleros, o en cualquier otra forma.12

El mensaje continuó con esta postura a favor de la unidad nacional y en la búsqueda del apoyo al gobierno para enfrentar al enemigo imperialista, que con ideas de superioridad racial, amenazaba la patria. Cabe señalar que personajes como Madero y Carranza, los iluminados de 1942, fueron objeto de múltiples acusaciones e insultos y llamados de parte del PLM a que fueran asesinados. Villa, hasta 1915 era considerado un bandido, ladrón, asesino, cínico y oportunista; para 1916, en relación directa con la expedición punitiva, fue transfigurado por Flores Magón en el posible líder de la revolución mundial.13 Sobre Zapata, con quien se esperaría una vinculación debido al credo de Tierra y Libertad, hemos encontrado varios insultos hacia su persona en los escritos. Sin embargo, por las construcciones historiográficas que implica esta relación, dedicaremos a ello un trabajo aparte.

Es oportuno contextualizar que, meses antes de las declaraciones de Enrique Flores Magón, el gobierno de Manuel Ávila Camacho había declarado la guerra a las potencias del Eje: Alemania, Italia y Japón. En el mes de mayo, luego de una postura claramente en favor de los aliados, entre ellos, Estados Unidos, fueron hundidos los barcos mexicanos Potrero del Llano y Faja de Oro. Por esto, varios de los conflictos que se tenían con Estados Unidos se empezaron a solucionar en poco tiempo, dada la condición de emergencia. Para algunos autores, se trata de la época de oro en la relación entre ambos países (Torres 1979). De igual forma, esta condición de posible guerra, llevó a que la llamada política de unidad nacional posibilitara que las rencillas entre los políticos mexicanos se redujera, cuando menos en términos de opinión pública. Así, expresidentes que se habían confrontado años atrás, como Adolfo de la Huerta, Plutarco Elías Calles, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez y Lázaro Cárdenas, aparecieron en Palacio Nacional el 15 de septiembre de 1942, para ofrecer un claro mensaje: a pesar de las diferencias, juntos ante el enemigo.

La aparición de Enrique Flores Magón con su discurso nacionalista, patriótico y con referencia directa a la relación entre el PPLM de julio de 1906 y su vínculo con la Constitución de 1917, se mostraba en sintonía con el nuevo discurso de unidad nacional. Su mensaje se revelaba en consonancia con la idea de que ellos, como iniciadores de la revolución mexicana, llamaban a los viejos revolucionarios que los habían seguido en otras ocasiones, a que lo volvieran a hacer dado que la patria los llamaba. Estas nuevas palabras contradicen las declaraciones anteriores, publicadas repetida e intensamente entre 1910 y 1918 en Regeneración: nada con la patria, con el gobierno y con la ley. Nada de repartir la tierra: todo de todos y en trabajo común, sin jefes, congresos o líderes. No a los sindicatos, a los acuerdos y a todo aquello que detuviera el final de la verdadera revolución mundial.

Antonio Díaz Soto y Gama: Ricardo, el precursor intelectual, el agrarista

Un elemento importante en la construcción de este proceso fue Antonio Díaz Soto y Gama, antiguo compañero de lucha en contra de Díaz, pero también declarado como enemigo por parte de los anarquistas del PLM.14 Soto y Gama, quien había sido una pieza clave en varios sucesos en el estado de Morelos y en la elaboración de documentos zapatistas, era en ese momento el fundador del Partido Nacional Agrarista (Castro 2002) y además un reconocido orador. El 22 de noviembre de 1922, un día después de la muerte de Ricardo, pronunció un discurso que concentra buena parte de las ideas que configuraron los procesos posteriores. Si bien, como miembro de la cámara de diputados, defendía la lucha agraria y la formación de instituciones que fomentaran el beneficio de los campesinos, en su presentación ante la cámara de diputados, excluyó la ideología anarquista. Aunque centró la atención en el personaje de Ricardo, lo utilizó para sus fines específicos: ubicar la lucha agraria sin diferenciar que el sentido era otro. Así, en la alabanza está implícita su propia propuesta, no la del anarquismo.

Soto y Gama, como lo hizo también con Juan Sarabia, señaló que Ricardo era el mayor revolucionario mexicano. Indicó que no llegó a la presidencia de la República ni a ser reconocido jefe militar, pero era “el precursor de la revolución, el verdadero autor de ella, el autor intelectual de la revolución mexicana”. Acusó a la prensa de no honrarlo, lo mismo que a la plutocracia estadounidense que había provocado su muerte. Ricardo, al haber logrado convencer “a las masas”,15 había dejado la mesa puesta para que Madero y Carranza lograran la victoria. De acuerdo con Soto y Gama, el programa de julio de 1906 fue más avanzado que el “mezquino” Plan de San Luis o el “ridículo” plan de Guadalupe. Le atribuía a Ricardo una visión tan extraordinaria que había prefigurado el 19 de noviembre de 1910 que la revolución era inevitable y no era posible “predecir las reivindicaciones populares de la revolución que se avecina”.16 Por ello, en tono de comparación y alabanza, indicó que Ricardo tuvo “casi la videncia del político, del estadista”. Mencionó que

todo lo previó este hombre: previó que la conquista de la tierra era la base de todas las demás libertades, y que, conquistada la libertad económica del campesino, sobre esa libertad se edificaría todo el edificio revolucionario. Y lo dice con esa claridad, con esa llaneza de los apóstoles, sin galas retóricas, sin tonalidades líricas, con una sencillez enorme y sin nada más que esto se obtuviera: Ya sería un gran paso hacer que la tierra fuera de la propiedad de todos, y si no hubiera fuerza suficiente o suficiente conciencia entre los revolucionarios para obtener más ventaja que esa, ella sería la base de reivindicaciones próximas, que por la sola fuerza de las circunstancias, conquistaría el proletariado. ¡Qué diferencia entre esto y los alardes de radicalismo excesivo, peligroso y utópico! ¡Qué grandeza en la expresión! Por la sola fuerza de las circunstancias. Una vez realizada la emancipación del campesino, una vez hecha la justicia en el reparto de la tierra, todo lo demás vendrá por añadidura.17

Así, el anarquismo y en lo específico Ricardo, fue colocado en la lucha agrarista de Soto y Gama, pero sin mencionar cuáles eran las diferencias sustanciales entre ambos. Discursivamente, Ricardo casi alcanzaba la visión del político y del estadista a pesar de que en múltiples ocasiones manifestó claramente odiar a los políticos. En numerosos escritos señaló que repartir la tierra era un error, que se debía trabajar en común y estar preparados para cuando los políticos y burgueses pretendieran, desde el gobierno, llevar a la práctica el reparto de tierras.18 Dicho de otra manera, la intención de Soto y Gama de ubicarlo como político y estadista consiguió eliminar la explicación de su proselitismo como anarquista.

Entre las virtudes que Soto y Gama señaló en la figura de Ricardo Flores Magón estaba la de no haber ocupado la presidencia de México; por contraste y en comparación con Madero y Carranza, a quienes Ricardo detestaba al punto de hacer un llamado para que fueran asesinados por ser gobernantes. En su discurso señaló, de igual forma, que Ricardo había preparado a “las masas” cuando en el tipo de propaganda anarquista escrito por éste se afirmaba que no se debería pertenecer a la masa, sino que cada individuo debía tomar conciencia de sí y no seguir a los demás; ésa era la forma de llegar al anarquismo. Por ello, indicaron no ser “magonistas”, tanto Ricardo como otros anarquistas del PLM (Samaniego 2015). Lo que parecía ser un homenaje a Flores Magón, en realidad, fue un uso oportunista de su fallecimiento para las demandas del partido que encabezaba Soto y Gama. Esta modificación discursiva también se convirtió en el sustento para la reivindicación de otros hombres que desearon el reconocimiento de precursores, como Enrique Flores Magón. Para colocarlos en esa palestra, había que dejar el anarquismo de lado. Ser reconocidos por las instituciones de la patria se contraponía a la lucha en contra de toda forma de autoridad y, por ende, de la patria a la que atacaron en múltiples ocasiones.

El maridaje imposible: Enrique Flores Magón

El mensaje publicado en La protesta en 1925 es claro: no sentían a la patria. El público al que iba dirigido era totalmente distinto al de 1942. Incluso se le puede leer y encontrar una concordancia con lo asentado en junio de 1908: que ocultar el anarquismo fue una estrategia necesaria pues el pueblo no habría entendido una propuesta tan avanzada. De ahí que el llamado constante en Regeneración para el arribo de trabajadores de todas partes del mundo y sus relaciones con los anarquistas españoles, rusos e italianos de Estados Unidos, cobre significación.19

Sin duda, los redactores que más insistieron en la postura anarquista fueron tanto Ricardo como Enrique Flores Magón y Antonio de Pío Araujo. En menor dimensión publicaron Juan Francisco Moncaleano, Rafael Romero Palacios, Francisca J. Mendoza o Rosa Méndez. Las interpretaciones de Enrique sobre lo que sucedía en México durante la lucha armada son clave para entender la publicación: todo estaba orientado hacia el anarquismo y en numerosas ocasiones se insistía que la revolución mundial ya había empezado o estaba por empezar. Enrique era el encargado de leer los diarios de México y Estados Unidos para informarse de lo que sucedía y evitar que la prensa burguesa influyera en sus lectores. Así, las notas sobre las acciones armadas eran resignificadas por Enrique, con la clara condición de que las verdaderas noticias estaban en la lucha económico-social, anarquista que, desde su punto de vista, se efectuaba. Por ello, las notas que redactaba siempre llegaban a la conclusión que eran los expropiadores de la tierra los que estaban triunfando en México. Los proletarios/campesinos eran quienes tomaban y se repartían los productos, trabajaban en común y así era como desaparecían a la odiada autoridad. Nadie quería ya ser jefe o líder, porque se habían dado cuenta del enorme avance que representaba su forma de vida.20 Las boletas electorales eran quemadas por los habitantes de los pueblos que sabían que la democracia, la patria y la bandera eran inservibles.21

Así, por ejemplo, el 20 de mayo de 1911, a días de haber ocupado el poblado de Tijuana, Enrique publicó que el momento había llegado y que no se luchaba por colocar un títere en la presidencia, como Madero o cualquier otro, sino contra “el sistema social odioso que los ha hecho sufrir tanto”.22 Describía a los hombres que habían tomado las armas como ansiosos de venganza contra la burguesía, lo que los llevaba a tomar poblaciones enteras en el país: “no cederán fácilmente ante las promesas de meras reformas políticas sino ansiarán alcanzar lo que por tantísimo tiempo se les ha negado: el derecho a vivir”. En la misma edición, Ricardo publicó un llamado al proletariado de todo el mundo a ocupar la Baja California y a luchar en contra de la propiedad privada, negándose a la falacia de repartir la tierra, bajo la premisa de que el trabajo en conjunto era el futuro de la humanidad. En esos días, llegaron a Tijuana los anarquistas de Barre, Vermont, Patterson, Nueva Jersey y San Francisco, California; cincuenta italianos que eran parte del movimiento internacional en las ciudades de mayor relevancia en Estados Unidos y enviados por el anarquista más conocido en dicho país, Luigi Galleani. Pocos días después se tornaron en sus principales detractores ante otros anarquistas (Samaniego 2017).

En septiembre de 1911, luego de varias semanas en la cárcel, Enrique reinició la presentación de notas en las que narraba los numerosos triunfos de los anarquistas en todo México,23 como ejemplo para el mundo. Uno de los más destacados anarquistas señalados era Emiliano Zapata, quien tomaba la tierra y no la entregaba en propiedad. Escribió que, “los imbéciles gobernantes y gobiernistas no saben cómo taparle el ojo al macho”, ante lo que se consideraba la evidencia del triunfo de los ácratas mexicanos como el caudillo suriano. La razón de sus palabras, ante el avance de los expropiadores que iban tomando la tierra, era que aún quedaban algunos que pensaban que los gobiernos podían cumplir sus promesas. En el texto “A expropiar” se indicaba la forma en que se debía actuar:

escupid al rostro de los que os invitan a tomar parte en las elecciones y gritad ¡muera la autoridad! ¡Queremos ser libres! ¡Queremos la verdadera libertad emanada de la libertad económica! ¡Viva la expropiación salvadora! Y como torrente desbordado invadid el mundo de la industria, arrollando á burgueses y autoridades, quemando papelotes de los archivos de la propiedad, y tomad posesión, a sangre y fuego, de la tierra, de la mina; del taller, de la fábrica, de la fundición, del ferrocarril, del barco, del bosque, del agua, de las casas, y trabajad de una vez por vuestra cuenta sin amos que os exploten, sin gobernantes que os chupen la sangre por medio de contribuciones, sin jueces, sin leyes malditas que apoyen al rico, sin clérigos que os señalen con la impura mano un paraíso.24

En esta tónica, los dos hermanos complementaron una postura sobre el anarquismo, que se modificó décadas después mediante el cambio discursivo de Enrique. A partir de la década de 1930, sustentado en el PPLM de julio de 1906 y en las ideas públicas de Soto y Gama, Enrique llamó a conformarse con las reformas que de 1911 a 1918 había negado como posibilidad. Una semana después de la edición citada, se publicó el manifiesto del 23 de septiembre de 1911: con ello, el timo de ser liberales quedaba de lado, aunque el concepto lo siguieron usando, sumado al de comunistas (Samaniego 2015). El anarquismo que empezó desde su estancia en la Ciudad de México -no en Estados Unidos- se volvió público. La relación con anarquistas italianos como Ludovico Caminita y Alberto “La Roca” Cravello, que permanecieron en la sede de Los Ángeles, promoviendo la revolución mundial siempre en marcha en las páginas de Regeneración, incentivó a los hermanos Flores Magón, Librado Rivera, Anselmo L. Figueroa y Antonio de Pío Araujo a declararse lo que habían sido desde años atrás: anarquistas.

Así, en octubre de 1911, comentando sobre la posibilidad de que Emiliano Zapata negociara con el gobierno de Madero, Enrique escribió que ello no le serviría de nada al líder suriano porque

la idea de la expropiación que está imbuida en sus cerebros y la convicción de que la única manera de evitar el hambre en el futuro está en poner la tierra en manos de los campesinos y la maquinaria en poder de los obreros que saben hacerla producir y la de que todos trabajen ya sin patrones que los roben y sin tener que pagar contribuciones á ningún Gobierno, harán que reaccionen los ánimos de los que lleguen á vacilar y que prosigan la lucha por su propia iniciativa, sin necesidad de "leaders"; con lo que ganará mucho el movimiento del Partido Liberal, porque esos hombres se volverán completos liberales que no necesitan jefes que los guíen para conquistar Pan, Tierra y Libertad para todos.25

En ese contexto, octubre de 1911, cabe entender las burlas que externaron hacia los “programitas desabridos” para el reparto agrario, realizados por Antonio I. Villareal, Juan Sarabia y Antonio Díaz Soto y Gama.26 Los tres mencionados habían sido antiguos compañeros de lucha bajo el manto liberal, pero el abrirse hacia el anarquismo les llevó a confrontarlos y dedicarles un gran número de insultos.

La certeza de que se efectuaba una revolución anarquista y que las expropiaciones de tierra por los comunistas mexicanos no se detenían, se vinculaba en los textos de Enrique con la aseveración de una inminente invasión extranjera, encabezada por Estados Unidos. El efecto de ello sería la revolución mundial que tanto anhelaban. Si bien fueron Antonio de Pío Araujo y Ricardo Flores Magón los que más insistieron, Enrique no estuvo fuera de esta línea que se manifiesta de manera constante en sus escritos desde 1911.27 Así, el 21 de marzo de 1914, en una nota titulada “intervención”, afirmó que ésta sería inevitable y que los trabajadores de todo el mundo estarían dispuestos a luchar en sus respectivos países para liberarse del yugo capitalista. Los mexicanos combatirían a esas potencias unidas y

dondequiera el descontento obrero va en aumento y la crisis mundial se aproxima. Reducido el trabajador de otros países, como lo está actualmente, a condiciones tan o más desesperantes que en las que nos encontrábamos los mexicanos, y agravándose estas condiciones con la guerra contra México, creo que se verían forzados los trabajadores de dichas naciones a levantarse en armas por mas horror que tengan a la revolución.28

El llamado al proletariado mundial buscaba despertar la solidaridad por su tarea, que ya se realizaba por los mexicanos que estaban dispuestos a todo, incluso a la extinción, pero con el objetivo claro de desaparecer el clero, la autoridad y la ley. Por ello el grito era “¡Tierra y libertad o muerte!” Tres semanas después, con la toma del puerto de Veracruz, hubo júbilo en los anarquistas de Regeneración porque todo indicaba que su anhelada revolución mundial sí se realizaría. Durante varias semanas, la tesis fue que si el proletariado era derrotado en México, la humanidad perdería su gran esperanza en la lucha contra la burguesía.

El enemigo no eran los “gringos”, eran los ricos capitalistas que alentaban la existencia de la patria. Los soldados americanos eran proletarios inconscientes “cuyos sentimientos pervertidos y su criterio desarrollado torcidamente por la insana educación de las escuelas burguesas y el degenerado ambiente en que viven se preparan para asesinar a otros seres humanos”. Bajo esa educación burguesa y perversa, la humanidad conducía al individuo:

que por casualidad naciera al otro lado de la línea fronteriza imaginaria; educado cada individuo a considerarse él y los que al caso nacieran dentro de los límites de “su” patria, superiores en todos conceptos a los demás individuos de otras naciones; enseñados los proletarios desde pequeños a considerar como emblema de honor un trapo cualquiera teñido de determinados colores, y a matar y ser muerto por defenderlo; envenenados por las absurdas teorías de la prensa capitalista, tendencias todas a fomentar el odio entre razas, para tener a los proletarios divididos y debilitados.29

El problema, continuaba Enrique, era que la idea de la patria tanto a los alemanes, ingleses o los franceses o, en este caso, los “americanos”, los tornaba inconscientes sólo por pertenecer a “patrias distintas”. Posteriormente, indicó a sus lectores, era necesario darse cuenta de que también “americanos” simpatizaban con la causa de los mexicanos y estaban en contra de la guerra, pero, sobre todo, estaban dispuestos a luchar en contra de la burguesía yankee y “amenazan con levantarse en armas en este país contra dichos explotadores y combatirlos al lado de los proletarios mexicanos”. Este argumento, lo hemos ubicado como la razón por la cual los anarquistas del PLM insistieron en realizar propaganda en Estados Unidos y permanecer en dicho país; con la esperanza que el pueblo estadounidense se sumará en la lucha contra la burguesía.

Por otra parte, es necesario destacar en la cita la referencia a la patria, que era vista como un asunto de casualidad, de la educación, de la prensa capitalista. La patria era sólo para dividir a la clase trabajadora. Como se puede observar, un discurso totalmente diferente al que hemos citado del propio Enrique al principio de este escrito.

Su lucha era contra toda forma de autoridad; fuera quien fuera el ocupante de la silla presidencial, iba a caer. Para ese momento, 1914, habían sido derribados Díaz, Madero, Huerta, y ése era el futuro que se esperaba para Carranza, porque el pueblo mexicano no quería ninguna forma de autoridad. El ascenso de Carranza “nada significa para el proletariado, para el hambriento, para el oprimido bajo la férula brutal de los explotadores”. Por ello, con Carranza “o cualquiera otro en el poder, el pobre es y seguirá siendo la misma bestia de carga que de tiempo inmemorial a la fecha ha sido”. La lucha era anarquista y, aunque los mexicanos no estuvieran totalmente conscientes de ello, esto no debía desanimar, dado que el movimiento armado continuaba y ése era el mérito, seguir en la lucha y acabar con todos lo que desearan ocupar el poder. Era natural que en el avance de las ideas comunistas, aparecieran algunos canallas como Carranza, Madero o Villa (los iluminados por ellos, como vimos al principio de este escrito) que pretendan “aprovecharse de los sacrificios, de los esfuerzos de los rebelados esclavos”.30

En noviembre de 1914, durante los primeros meses de la Gran Guerra, de manera semejante a los otros anarquistas del PLM, Enrique afirmó que la revolución mundial estaba ya por iniciar. Los pobres de la tierra, ante la miseria que estaban padeciendo, se sumarían por fin a lo que ya sucedía en México: la expropiación de la tierra. La labor de propaganda realizada por Regeneración encontraba eco en esos periodos de angustia del proletariado, quien ya estaba en el momento adecuado para convertirse en la levadura de la revolución mundial. En cuatro años de lucha armada, con la adecuada orientación que ellos realizaban, los ideales igualitarios que animaban a los revolucionarios mexicanos iban encaminados a la posesión de la tierra, pues, afirmaban que quien posee “la tierra, que es la base y fuente de todo lo que existe en este mundo, posee todo, y por tanto es libre en toda la extensión de la palabra”. Bajo esa condición, sólo faltaba un paso para llegar al comunismo anárquico, “que bien puede ser dado durante esta revolución, como deseamos lograrlo”. Más adelante afirmó:

Nos llamamos anarquistas; clamamos a voz de cuello que este sistema de inequidad capitalista debe ser derrumbado, limpiando por completo la superficie del mundo de frailes, ricos y autoridades; hagamos, pues, que nuestros actos sean consecuentes con nuestras palabras, y haciendo a un lado los vestigios que tengamos aun de “super-hombres” y de racistas, hagamos justicia al noble indio mexicano, haciendo públicos sus actos de justicia social y sus aspiraciones sanas, y ayudaremos a que sea un hecho la completa destrucción del Sistema Capitalista que tanto alardeamos odiar.31

Bajo este marco, la alianza que Enrique empezaría a realizar en las décadas de 1930 y 1940, en alabanza directa a los gobiernos y autoridades, se contradice con el discurso enunciado en los años aquí destacados, cuando luchaban contra el capitalismo, la reforma agraria, el sistema de salarios y toda forma de gobierno.

Uno de los escritos de Enrique Flores Magón que ilustra nuestra tesis de la modificación de su discurso anarquista es “Maridaje imposible”, publicado el 11 de diciembre de 1915. En este escrito atacó a las publicaciones que desde su punto de vista fingían ser radicales pero que terminaban por respaldar las acciones de Venustiano Carranza. No mencionó a ninguna en lo específico, pero sí realizó una pregunta que consideramos de suma importancia: “La idea anarquista es la de abolir todo gobierno. ¿Cómo pues es posible recomendar a un gobierno cualquiera cuando se profesa ser anarquista? ¿Cómo es posible que el radicalismo y la política marchen del brazo si la existencia de uno es la exclusión del otro?”32

Posteriormente, en el mismo texto, señaló que esa prensa que aparentaba ser anarquista, era traidora a la clase proletaria, y continuaba con el escrito que utilizamos en el epígrafe:

porque la anarquía y la política, no pueden marchar del brazo; querer unir ambas tendencias es pretender un maridaje imposible. Una a la otra se rechazan. La anarquía detesta al gobierno; la política lo apoya. Son dos tendencias contrarias que no pueden reconciliarse.33

La postura de no establecer relación con el gobierno fue sustentada por Enrique ante los comentarios de publicaciones anarquistas que los atacaban por aprovecharse de los envíos de dinero que recibían. Enrique apuntaba en “Conservémonos puros” que era indispensable no tener ninguna relación con las “facciones personalistas”. La revolución social-económica, que ellos interpretaban como anarquista, se realizaba ya en México y él mismo, en sus múltiples interpretaciones de los diarios de México y Estados Unidos, daba ya cuenta de los innumerables logros. Por ello, se tenían que evitar las componendas, no entrar en relaciones con los políticos, que eran los enemigos. No se debía negociar “y a cambio aceptar cooperar en el encumbramiento de esos zánganos, y a la larga ellos son los que sacan el mayor provecho y el proletariado la peor parte”. Aceptar alianzas era “remachar las cadenas del esclavo, por la sencilla razón de que por medio de esas alianzas se distraen para el beneficio y encumbramiento de sus propios verdugos”. Posteriormente, afirmó que por esas componendas se distraía al obrero con medidas reformistas:

con leyecillas imbéciles reglamentando el trabajo, con huelgas pacíficas inútiles que a nada conducen más que a hacer reír a los patrones por la estupidez de las borregadas laborantes que en vez de arrebatar virilmente lo que de derecho les pertenece, se andan arrastrando a los pies de los amos para que les aumenten el centavito el jornal y les disminuyan el minuto en las horas de trabajo.

Con componendas, con suplicas, con lágrimas, con lloriqueos de niñas púberes, [sic] nada se logra, más que la irrisión de los de arriba. Lo que debe hacerse es ser hombres, erguirse altivos, rechazar toda componenda con los políticos que son los instrumentos de nuestros explotadores y nuestros opresores, y virilmente, rectamente, sin cobardías y como hombres de valor y de consciencia, enfrentarse a los de arriba, arrebatarlas de las manos lo que a nosotros nos pertenece, la riqueza social, porque nosotros los trabajadores la hemos creado, y con nuestras cadenas rotas hundir los crancos y resquebrajar los huecos de cuanto burgués, de cuanto mandón y de cuanto fraile exista sobre la faz de la tierra.34

Conservarse puros, sin relación con los políticos, para no ser manadas de borregos. Enrique llamó a marchar por los derechos a la vida por caminos rectos, “haciendo tabla rasa de la Autoridad, del Capital y del Clero”.

Una semana después, en “Guerra a muerte”, sintetizó la lucha como una pugna que no tenía manera de conciliarse. El gobierno era el sirviente del capitalismo en un sistema en el que los burgueses requerían de la opresión de los proletarios para sostener el enriquecimiento de los capitalistas. El gobierno y los ricos eran como un tigre que ansiaba devorar a los trabajadores. La piedad de los ricos hacia los trabajadores no existía, por tanto se preguntaban, “¿debemos formar uniones obreras de tendencias pacíficas, por medio de las cuales lloriquear y suplicar a nuestros explotadores que siquiera una uña desentierren de nuestras carnes, aumentando un centavo en la hora nuestros salarios y disminuyendo un minuto nuestra jornada?” La respuesta era sencilla: al tigre se le mata, sin ternuras ni piedad. Por ello, “a la violencia del rico debe contestar la violencia del pobre. La lucha entre las dos clases es la lucha de vida o muerte. No puede ni debe haber términos medios, sino guerra a muerte, sin tregua ni cuartel”.35

En esta misma línea consideramos que el texto “¡Por la Patria!”, publicado el 16 de septiembre de 1916, y que llevaba el sentido de destacar una fecha de celebración que ellos no compartían, ilustra el punto central de este escrito. Cabe señalar que en el contexto mundial el rechazo a participar en la Gran Guerra europea tenía un sólido apoyo por distintos grupos de trabajadores en Alemania, Inglaterra, Rusia y Francia. En Estados Unidos varias organizaciones estaban en contra de un posible ingreso, que se concretaría al año siguiente. Enrique planteó que a las guerras no acudían los ricos ni sus descendientes sino los pobres. En realidad la patria era de los ricos y los pobres carecían de ella: “¿Qué patria tenemos los pobres cuando por dondequiera que vayamos sufrimos las mismas miserias, desventuras, dolores, opresión y explotación en manos de nuestros patronos que engordan con nuestros trabajos y sacrificios?” Por ello los trabajadores debían verse como hermanos, dado que:

la idea de patria nos ha sido infundida por los ricos y sus aliados, el gobierno y el clero, tanto para que por medio de esa idea falsa les defendamos sus propiedades e intereses, como para tenernos divididos a todos los pobres de la tierra, porque estando desunidos por el odio de razas y nacionalidades que nos han infundido, les es más fácil dominarnos y retenernos en la esclavitud y la explotación.36

Así, pues, consideramos dejar claro que la lucha anarquista de Enrique Flores Magón sí tuvo un sentido, que se puede ponderar de manera amplia y en relación directa con su hermano Ricardo, desde 1902-1903 hasta cuando menos 1925. Nos referimos a los primeros años de lucha, cuando ambos se encontraban bajo la condición de timar a quienes no eran anarquistas. Posteriormente, el anarquismo se muestra en ellos de una manera abierta y clara, muy visible, sobre todo, a partir de 1910, cuando el timo terminó, para luego convertirse en lo que la historiografía, escrita por mexicanos y extranjeros, llama de “los precursores intelectuales”; los hombres que dieron la base de la Constitución de 1917 retomando el Programa del Partido Liberal Mexicano de julio de 1906. Sin embargo, como hemos desarrollado aquí, dicho programa no era de ellos e indicaron que no debía lucharse por él. Incluso estuvieron en contra de la Constitución y sus reformas.

El reconocimiento a los defensores de Baja California. La disputa por la memoria

En diciembre de 1930, la Cámara de Diputados otorgó a participantes de la defensa de Baja California, el reconocimiento de “Patriotas. Invasión filibustera de 1911” tanto a habitantes del entonces Distrito como a personas que llegaron de San Diego para participar en lo que ellos identificaron como defensa de la patria.37 Con ello, los diputados reafirmaron la narrativa planteada por la mayoría de los habitantes de Baja California: en 1911 se realizó una invasión filibustera y ellos habían luchado y triunfado en contra de ella. Los hermanos Flores Magón fueron señalados como los cabecillas de ésta y, por tanto, eran traidores a la patria. La base bibliográfica de esta decisión fue la obra de Rómulo Velasco Ceballos, ¿Se apoderará Estados Unidos de América de la península de la Baja California? La invasión filibustera de 1911, publicada en 1920. La obra fue patrocinada por el entonces gobernador del Distrito, coronel Esteban Cantú, quien, debido a los comentarios sobre las posibles relaciones de su gobierno con pretensiones anexionistas de Arizona, decidió mandar el mensaje a Venustiano Carranza para aclararle que él no estaba involucrado en tales propuestas. Por nuestra parte apuntamos que la versión de los acontecimientos publicada por Velasco Ceballos, más que una construcción del autor, es la interpretación de quienes vivieron el suceso y actuaron en consecuencia. Para la mayoría de la población del Distrito, lo sucedido en 1911 fue interpretado como una invasión filibustera (Samaniego 2008).38 Por otro lado, el reconocimiento a los Defensores de 1911 por la Cámara de Diputados fue parte de la lucha por el poder en la región. En esta disputa los hermanos Julio y José María Dávila, como dirigentes del Partido Nacional Revolucionario (PNR), se enfrentaron al gobernador Carlos Trejo y Lerdo de Tejada, quien afirmó a su llegada a Baja California que gobernaría para volver mexicanos a los habitantes del Distrito, de quienes dudaba acerca de su nacionalismo dadas sus preferencias por las costumbres estadounidenses (Samaniego 1991, 1999).

El reconocimiento de la cámara de diputados a los “Defensores de Baja California” -como se autonombraron- provocó la publicación de textos de varios de los participantes en el movimiento armado de 1911, como el de José María Leyva. El tema fundamental de su obra consistía en indicar que el reconocimiento a los defensores se trataba de un error, ya que la obra de Velasco Ceballos era una infamia y Leyva, quien conocía los hechos por haber dirigido el movimiento por un corto tiempo, no había participado en una invasión filibustera. Dicha discusión se hizo pública en las páginas del periódico El Universal y se enviaron documentos probatorios al presidente de la República, Pascual Ortiz Rubio. Por su parte, Rómulo Velasco Ceballos defendió en repetidas ocasiones la tesis de que se había tratado de filibustero el movimiento en Baja California, mientras que Leyva, por haber estado sólo dos meses al frente, no podía dar testimonio por el resto del tiempo que duró la invasión.

El asunto se volvió un tema recurrente a partir de que se iniciaron las publicaciones de Enrique Flores Magón y se estableció la vinculación de Ricardo como precursor de la revolución. La obra de Diego Abad de Santillán, Ricardo Flores Magón, el apóstol de la revolución social mexicana (1925), fue una de esas bases para indicar que la revolución no era la iniciada por Madero sino por los precursores. Al respecto de la obra de Abad de Santillán apuntamos aquí que, semejante a Soto y Gama, utilizó el nombre de Ricardo para ubicarlo en su propia lucha: el anarcosindicalismo. Si bien la palabra anarco puede parecer semejante, nosotros apuntamos su divergencia debido a que los anarquistas del PLM no apoyaban la formación de sindicatos.39

La participación en la vida política por parte de Enrique Flores Magón en la década de 1930 consiguió el respaldo de Lázaro Cárdenas debido, en parte, al apoyo que la Confederación Campesina Mexicana (CCM), dirigida por Graciano Sánchez, León García y Enrique Flores Magón, proclamó a la candidatura presidencial del general Cárdenas (Escobar 1990, 21). Pero el reconocimiento oficial como precursores de la revolución mexicana llegó con Manuel Ávila Camacho. Antes no había sido posible debido a que Velasco Ceballos insistía en sus afirmaciones sobre el filibusterismo.

En 1942, el historiador estadounidense Charles C. Cumberland, publicó el artículo “Precursors of the Mexican Revolution of 1910”. Basado, sobre todo, en las cartas confiscadas en la primera década del siglo XX y las escritas por Ricardo durante su último encarcelamiento, se constituyó la idea defendida en esos años por Enrique. Sin embargo, lo que no revisó y no citó Cumberland fue el material de Regeneración de 1910 a 1918, donde la idea de revolución mundial impera y con ello se busca la destrucción del capitalismo. Esa revisión habría revelado una contradicción con las medidas sociales, en los marcos del capitalismo, que se proponen en el PPLM de julio de 1906, redactado sobre todo por Juan Sarabia.

El impacto historiográfico: una respuesta a los acuerdos del Senado

El 1 de mayo de 1945, los restos de Ricardo Flores Magón fueron depositados en la Rotonda de los Hombres Ilustres en la Ciudad de México.40 A iniciativa del entonces ejecutivo de la nación, Manuel Ávila Camacho, el Senado de la Republica oficializó los argumentos brindados por sobrevivientes que conocieron a Ricardo. Rómulo Velasco Ceballos fue considerado el único responsable del cargo de filibusterismo y su obra fue condenada por las mentiras que supuestamente articuló debido a su filiación porfirista. Todos los acuerdos del Senado destacaron sólo un elemento a favor de Flores Magón: la lucha en contra de Porfirio Díaz. Nunca se mencionó que la verdadera lucha de los anarquistas del PLM había sido la destrucción del capitalismo, de toda autoridad (como la del Senado) y de toda ley (como la Constitución de 1917).

El punto V del dictamen, oficializó la narrativa buscada por Enrique:

Para fundamentar este dictamen, ya que no sería posible ni prudente analizar en toda su magnitud la obra eminentemente patriótica de Ricardo Flores Magón, precisa señalar que merece bien de la patria y de la revolución no sólo porque es uno de los más viejos precursores, quizás el primero, ni tampoco por las persecuciones, destierros, vejaciones, miserias y enfermedades que sufrió, sino porque desde 1906 en que elaboró el programa del Partido Liberal Mexicano tuvo en cuenta los aspectos económicos del país y sostuvo como principio básico de la revolución la emancipación del obrero y del campesino, la restitución de la tierra y la libertad política.41

Así, el programa abrogado, el tímido, el que contenía tristes reformas inútiles que sólo retrasaban el advenimiento de la anarquía, se constituyó en su símbolo, en la base de la Constitución de 1917 que, desde antes de su escritura y en los momentos de su aprobación, repudiaron.

Con base en esta postura oficializada se constituyó una explicación sobre la revolución mexicana y los acontecimientos de 1911 en Baja California. Las obras que han seguido la línea de “los precursores de la revolución mexicana” se han vuelto parte indispensable de numerosos trabajos. En general, las hagiografías sobre el Partido Liberal Mexicano tienen como protagonistas a los hermanos Flores Magón, aparecen como sus líderes, o el “magonismo” es presentado como una forma de pensamiento. Desde Charles Cumberland (1942) hasta Alan Knigth (1996); de Friedrich Katz (1988) a Javier Garciadiego (2010); de Jesús Silva Herzog (1960) a Francois Xavier-Guerra (1988); los Flores Magón se mencionan para discutir su papel como opositores y detractores de Díaz. La vertiente del tema que más se aborda es acerca de cuánta influencia tuvieron en el inicio de la revolución y sus implicaciones. Para algunos su papel fue secundario, para otros es una oposición más formal que real.

Las hagiografías sobre la relación PLM/Ricardo Flores Magón, o los hermanos Flores Magón, en menor dimensión, son numerosas. Desde Abad de Santillán (1925) a Jenaro Amezcua (1943); de Pedro Anaya (1955) a Barrera Fuentes (1955, 1971); de Crockfot (1971) al prólogo a Regeneración elaborado por Armando Bartra (1971); de Javier Torres Pares (1988) hasta Claudio Lomnitz (2016); en todas ellas, la figura de Ricardo aparece como la de un revolucionario fundamental.

Para el caso de los trabajos sobre lo sucedido en Baja California, la “defensa de la mala imagen como filibustero” es tomada por varios autores tanto en obras del PLM con capítulos específicos como en libros que defienden al héroe patrio. Cue Canovas (1957, 1958); Pablo L. Martínez (1958, 1960) o Guillermo Medina Amor (1956). Trabajos como los de Lowell Blaisdell (1962), Lawrence Taylor (1992) o los capítulos de Crockfot (1971), Santiago Portilla (1996) o Hernández Padilla (1984), parten de una condición que resumimos de la siguiente manera: ¿cómo fue que el autor del PPLM de julio de 1906, un héroe patrio, pudo ser acusado de traidor a la patria? Este corpus hagiográfico, en general, conforma lo que nosotros denominamos “apologías aparentes”, puesto que parecen hablar bien de Ricardo, cuando en realidad lo ubican en la condición de defensor del capitalismo, de la patria, de la reforma agraria, como precursor de la revolución mexicana; todo aquello que combatió desde su forma de entender y realizar propaganda anarquista: sin patria, sin ley y sin autoridad. Sin reforma agraria ni arreglos laborales que sólo retrasan el único final posible: la anarquía.

Consideramos que Jesús Silva Herzog, en su libro Breve Historia de la Revolución Mexicana (1960), sintetiza la oficialización de la transformación de la lucha de los anarquistas en capitalistas cuando en su obra apuntó:

El autor de este libro puede asegurarlo, porque le consta personalmente, que muchos de los jefes revolucionarios de la etapa constitucionalista, conocieron bien el Manifiesto y el Programa del Partido Liberal y que, indudablemente, influyó en su pensamiento. Esta influencia se advierte con claridad en la Constitución de 1917, de manera particular en el artículo 123, que legisla en materia de trabajo (Silva 1960, 30).

Este autor, como otros, no menciona la condición anarquista que se volvió pública en el segundo semestre de 1911. Sin embargo, no se ubica que no hubo ninguna transformación: los anarquistas del PLM querían iniciar el movimiento expropiador cuando menos desde 1903 y para ello establecieron las relaciones con otros anarquistas del mundo. El momento más oportuno fue 1911 y a partir de ahí lo intentaron con el medio que tenían: Regeneración. A través de esta publicación se declararon en contra del capitalismo, la autoridad y la ley, precisamente lo que se consagra en el tímido programa de julio de 1906, como ellos lo llamaron.

Conclusiones

Enrique Flores Magón planteó temas y preguntas durante sus años como anarquista que en la posrevolución contradijo. Cuando buscaba el reconocimiento del gobierno y ser considerado como uno de los dos autores del PPLM de julio de 1906, respondió con su actividad en favor del gobierno y con afirmaciones sobre los logros de esa revolución. Aunque la fundamentación para tal reconocimiento la acuñó Antonio Díaz Soto y Gama, el hecho de ser el hermano, de haber compartido la lucha y la cárcel, le dio a Enrique una legitimidad que le condujo a una forma de interpretar la revolución mexicana. Logró que se les otorgara el reconocimiento de precursores intelectuales de la revolución mexicana, así como la autoría del PPLM de julio de 1906. Si bien el epíteto era para Ricardo, Enrique consiguió extenderla a su persona.42 El PPLM de julio de 1906 al que, como anarquistas calificaron de tímido y lo abrogaron, e insistieron que no valía la pena luchar por él, resultó adecuado en el discurso agrarista de los gobiernos de Cárdenas y Ávila Camacho, ante nuevas condiciones del Estado revolucionario. En esta nueva lectura se excluyó el manifiesto del 23 de septiembre de 1911 para destacar el PPLM de julio de 1906, del cual Juan Sarabia y Antonio I. Villareal habían participado con mayor relevancia en su escritura. Enrique consideró oportuno inscribirse a ese nuevo contexto y con ello modificó el sentido de la revolución mundial anarquista, por la que habían realizado propaganda de manera pública en 1907 mediante Revolución y Regeneración entre 1910 y 1918.

Sin embargo se construyó y consolidó una forma de ubicar el proceso revolucionario en torno a un líder que no deseaba serlo. Se interpretó el pasado de tal forma que Ricardo Flores Magón, que buscaba la eliminación de jefes y líderes, fue considerado uno de ellos. Enrique colaboró con sus escritos y su silencio. Y un grupo, el de los integrantes del PLM, tanto los anarquistas como los liberales, que se habían enfrentado entre sí, se tornaron unificadamente “magonistas”, cuando en realidad tuvieron intensas discusiones, se confrontaron y llegaron a amenazarse de muerte. Paradójicamente, el supuesto líder, se tornó el símbolo de lo que no deseaba ser: fue llevado, en el año de 1945, a la Rotonda de los Hombres Ilustres y en el año 2000 se colocó su nombre con letras de oro en la Cámara de Diputados. El lugar donde se hacen leyes, se justifica y legitima a la autoridad y donde, en el siglo XX y el XXI, se ha mantenido el desarrollo capitalista: todo aquello que los anarquistas del PLM consideraban como indispensable terminar.

Esta paradoja, Enrique Flores Magón, en un texto de noviembre de 1915, parece haberla anticipado de la siguiente forma:

Pero nosotros, que afortunadamente hemos sorprendido el secreto, nos apresuramos a bajar del frondoso fresno en que hallamos abrigo, y corremos a ponerlo bajo el dominio público en estas columnas, aconsejando a nuestros hermanos de clase que si desean realmente ser libres y felices, no confíen en gobierno alguno, aunque dé tierras, dizque a bajos precios y plazos cómodos, o pretenda ser radical, sino que siga luchando con el arma en la mano hasta que logre tomar posesión de todo para todos, conforme a los principios del Partido Liberal Mexicano condensados en el Manifiesto del 23 de septiembre de 1911; hasta que logre extirpar de la región mexicana el más leve rastro de la autoridad, del capital y del clero.43

Este “bajar del frondoso fresno” no fue posible para Ricardo gracias, en parte, a los esfuerzos de Enrique Flores Magón y al impacto que logró en la historiografía y el imaginario nacional sobre la revolución mexicana. La relación entre el PPLM de julio de 1906, la Constitución de 1917 y el reparto agrario, han quedado marcados por este cambio discursivo.

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VELASCO CEBALLOS, Rómulo. 1920. ¿Se apoderará Estados Unidos de América de Baja California?, La invasión Filibustera de 1911. México: s.p.i.

Notas

1 Hacemos el señalamiento debido a que la discusión en la década de 1930 giró en torno a la afirmación de que lo sucedido en el Distrito Norte de la Baja California había sido un movimiento filibustero de carácter anexionista. Diversos autores han demostrado que no lo fue, aunque no se analizan las razones por las que la población de Baja California llegó a la conclusión de que se trataba de una pretendida anexión. Por nuestra parte, demostramos que los hombres en armas no eran filibusteros, pero tampoco seguidores del PLM ni de Ricardo Flores Magón.

2 Al respecto, cabe señalar que en diversas ocasiones, entre 1911 y 1918, los anarquistas del PLM mostraron su rechazo al Programa mencionado y lo consideraron atrasado y viejo.

3 Al respecto, consideramos que es de nuestra especial atención cómo la prosa de Enrique fue clave para la construcción de obras que retoman la información publicada por él en varios escritos de las primeras dos décadas del siglo XX. Hasta el momento, no existen trabajos que profundicen en esa relación y como Enrique estableció las bases de otros trabajos como el de Abad de Santillan o Ethel Duffy.

4 El nombre de Diego Abad de Santillán era Sinesio Baudilio García Fernández. Nació en Reyero, provincia de León, en 1897. Fue muy conocido en Argentina y España por sus publicaciones anarco-sindicalistas. Abad de Santillán publicó en los números 149, 150, 151 y 152 lo que en ediciones posteriores es el libro completo y que cuenta con varias reediciones.

5 Enrique Flores Magón, “Aclaraciones a la vida y obra de Ricardo Flores Magón”, La protesta, 30 de marzo de 1925.

6 Enrique Flores Magón, “Aclaraciones a la vida y obra de Ricardo Flores Magón”, La protesta, 30 de marzo de 1925.

7 Ricardo Flores Magón a Enrique Flores Magón y Práxedis G. Guerrero, 15 de junio de 1908, en Epistolario y Textos, 207.

8 En peleamos contra la injusticia se menciona el anarquismo sólo en la página 527. Se trata de un documento de 1916.

9 Consideramos importante mencionar que en Revolución, publicado en 1907, muchas de los argumentos anarquistas ya se mencionan. De manera alterna indicaron que su bandera era el PPLM de julio de 1906. Por ello nosotros hemos explicado el tema como un doble discurso alternativo, mencionar que se lucha por el programa, pero indicar que después vendrá algo mejor.

10 Ricardo Flores Magón, “Para después del triunfo”, Regeneración, 28 de enero de 1911, 2.

11 Juan Sarabia fue electo diputado en 1912 y presentó, junto con Antonio Díaz Soto y Gama, una propuesta para realizar una reforma agraria, basada en el PPLM de julio de 1906, del cual es el autor más importante. Antonio I. Villareal, como gobernador de Nuevo León, 1914-1915, tomó disposiciones en favor de los trabajadores de la manera planteada en el PPLM de julio de 1906.

12 Enrique Flores Magón, en Jenaro Amezcua, 1943, 11.

13 Por expedición punitiva se debe entender el ingreso de tropas estadounidenses, de marzo de 1916 a febrero de 1917, a territorio mexicano con la intención de capturar a Francisco Villa. Este último, el 9 de marzo de 1916, encabezó el ataque al pueblo de Columbus, Nuevo México, como respuesta al reconocimiento del gobierno de Woodrow Wilson, presidente de Estados Unidos, al gobierno de Venustiano Carranza.

14 Los insultos en contra de Soto y Gama en Regeneración fueron varios, sobre todo, el de ser homosexual y católico. Del primero no tenemos conocimiento, en cuanto a la religiosidad de Soto y Gama es muy claro. Véase ediciones de 19 de agosto de 1911; 14 de octubre de 1911; 21 de octubre de 1911; 11 de noviembre de 1911 y 18 de noviembre de 1911. En la edición del 11 de noviembre lo llaman pobre loco, véase “Notas al vuelo”, 3.

15 Sobre la idea de haber preparado el camino, Enrique Flores Magón publicó en Regeneración varios textos, pero el sentido era otro. Sobre ello ahondaremos en un escrito aparte.

16 El documento de Ricardo se publicó el 19 de noviembre de 1910. Al igual que Soto y Gama, numerosos autores citan esta nota para demostrar la visión de Ricardo. Lo que nadie ubica es que un mes después explicaba las razones del fracaso de la revolución y daba por terminado el movimiento de Madero, véase edición del 10 de diciembre de 1910.

17 Antonio Díaz Soto y Gama al congreso de la Unión, 22 de noviembre de 1922. Se puede consultar en http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/discursos/3.html.

18 Regeneración, 28 de enero de 1911; 2 de abril de 1911; 20 de mayo de 1911; 27 de abril de 1912. Citamos sólo unos cuantos, pero existen muchas referencias a este respecto.

19 Con los anarquistas españoles hubo contacto directo con los editores de Tierra y libertad, de Barcelona, España.

20 Enrique Flores Magón, Regeneración, “El movimiento avanza” 20 de mayo de 1911, 2; 14 de octubre de 1911, la nota “Toma de posesión de la tierra en Oaxaca”, 1-2.

21 Enrique Flores Magón, “¡Muera la boleta electoral¡”, Regeneración, 7 de octubre de 1911, 1.

22 Enrique Flores Magón, “El movimiento avanza”, Regeneración, 20 de mayo de 1911, 2.

23 Rosa Méndez lo sustituyó durante varias semanas con la misma tónica: el movimiento expropiador avanzaba irremediablemente.

24 Ricardo Flores Magón, “A expropiar”, Regeneración, 16 de septiembre de 1911, 2.

25 Enrique Flores Magón, “Muera la boleta electoral”, Regeneración, 7 de octubre de 1911, 1-2. La parte aquí citada corresponde a la página 2.

26 Ricardo Flores Magón, “Notas al vuelo”, Regeneración, 14 de octubre de 1911, 3. En el artículo “La intervención como estrategia para la unidad del proletariado: los anarquistas del Partido Liberal Mexicano”, profundizamos en este aspecto que consideramos clave para explicar las intenciones de revolución mundial de los anarquistas del PLM. El texto se publicó en la revista Historia Americana y Argentina en el segundo semestre de 2019.

27 Enrique Flores Magón, “Continua la huelga general en México”, Regeneración, 22 de julio de 1911, 1.

28 Enrique Flores Magón, “Intervención”, Regeneración, 21 de marzo de 1914, 3.

29 Enrique Flores Magón, “¿Mueran los gringos…? No: ¡mueran los ricos!”, Regeneración, 13 de junio de 1914, 5.

30 Enrique Flores Magón, “Barbas de chivo sobre un volcán”, Regeneración, 19 de septiembre de 1914, 2.

31 Enrique Flores Magón, “La miseria y el hambre”, Regeneración, 28 de noviembre de 1914, 1.

32 Enrique Flores Magón, “Maridaje imposible”, Regeneración, 11 de diciembre de 1915, 3.

33 Enrique Flores Magón, “Maridaje imposible”, Regeneración, 11 de diciembre de 1915, 3.

34 Enrique Flores Magón, “Conservémonos puros”, Regeneración, 1 de enero de 1916, 1.

35 Enrique Flores Magón, “Guerra a muerte”, Regeneración, 8 de enero de 1916, p. 1.

36 Enrique Flores Magón, “¡Por la Patria!”, Regeneración, 16 de septiembre de 1916, 2.

37 Diario de los debates de la cámara de diputados, 17 de diciembre de 1930. Se puede consultar en http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/magonismo/7.html

38 En Nacionalismo y revolución (2008) ubicamos el contexto de la obra y explicamos cómo y por qué Velasco Ceballos no crea una versión, sino que escribe una ya existente entre la población que se organizó y luchó no en contra de Flores Magón, sino en contra de lo que se identificó como una invasión estadounidense. En algunos momentos, en contra de tropas estadounidenses, en otros, de filibusteros con carácter anexionista.

39 Ricardo Flores Magón, “La necesidad del momento”, Regeneración, 8 de enero de 1916, 1. Apuntamos sólo una de las varias referencias en contra de los sindicatos: “el sindicato no redime porque no está instituido para la expropiación de la riqueza social en beneficio de los productores”.

40 El nombre actual es Rotonda de las Personas Ilustres. Fue modificado el nombre en el año 2003, durante la presidencia de Vicente Fox Quesada.

41 Dictamen, Senado de la República. Consultado en http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/historia/historia_revolucion/30.pdf

42 Al respecto de los sentimiento de Enrique, Claudio Lomnitz (2016, 609-619) ofrece varios razones para explicar la relación entre los hermanos, que se resquebrajo en 1918.

43 Enrique Flores Magón, “Altas finanzas”, Regeneración, 27 de noviembre de 1915, 2-3.

Marco Antonio Samaniego López

Doctor en Historia por el Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México. Adscripción institucional: Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Autónoma de Baja California. Líneas de investigación: 1) Frontera, agua y medio ambiente en la relación México-Estados Unidos; 2) Historia y construcción de memoria: los anarquistas olvidados del Partido Liberal Mexicano. Publicaciones: “Cambios tecnológicos en condición de frontera: el surgimiento de San Luis Río Colorado, Sonora”, Frontera Norte. Revista Internacional de Fronteras, Territorios y Regiones. 31(1) (2019): 1-25; “El Bureau of Reclamation: los cambios de sus políticas hidráulicas y ambientales y su relación con la Comisión Internacional de Límites y Aguas”. En Dimensiones políticas sobre las Cuencas Trasfronterizas, coord. Edith Kauffer. San Cristóbal de las Casas: Ciesas-sureste, 2018; “La intervención como estrategia para la unidad del proletariado: los anarquistas del Partido Liberal Mexicano”. Revista de Historia Americana y Argentina 54(2) (2019).